Un piloto que nos invita a volar… con su pluma.
Antoine Jean-Baptiste Marie Roger de Saint-Exupèry, francés, nació en Lyon el 29 de junio de 1900 y desapareció el 31 de julio de 1944 tras un accidente de avión en el mar Mediterráneo, cerca de Marsella, Francia. Participó en la Segunda Guerra Mundial como piloto del Ejército del Aire Francés y también voló al servicio del Correo Postal Francés.
En 1929 llegó a la Argentina como director de la empresa Aeropostal, filial de la francesa, transformándose en uno de los pioneros de la aviación comercial en nuestro país. Su tarea principal era trazar nuevas rutas de vuelo y las de mayor proeza fueron las que recorrían la inhóspita Patagonia. Por aquellos años pocos se atrevían a emprender esos vuelos, sin conocer la zona, con sus vientos característicos y con aeronaves que brindaban poca seguridad. Cuenta la historia que, en ocasiones, al aterrizar, varias personas corrían a la par del avión para sujetarlo, con cuerdas, con el fin de que el viento no lo arrastrase. Sin duda es más conocido como escritor que como piloto, aunque la mayor parte de sus obras estén ligadas a sus vuelos, como “Vuelo Nocturno”, publicada en 1931, ambientada en la Patagonia, lugar que despertaba en él mucho interés.
En su casi año y medio recorriendo el país conoció a Consuelo Suncin, bella salvadoreña de la que se enamora, con quien comienza una relación que duraría el resto de su vida. En un vuelo por la provincia de Entre Ríos aterriza en una estancia, atraído por su imponente casco, dentro del bello paisaje a orillas del río, en Concordia. En el lugar, es recibido por dos jóvenes mujeres que hablaban francés, a las que con el tiempo llamó “mis princesitas”, una de las cuales decía hablar, comunicarse y domesticar animales silvestres; entre ellos, un hurón con el que compartía la mesa. Por supuesto, esto lo llevó a visitarlas con frecuencia, hasta llegar a permanecer por mucho tiempo. Fue en este lugar paradisíaco donde se inspiró para escribir “El Principito”, su obra más famosa, que se publicará en 1943 convirtiéndose en uno de los libros más vendidos en el mundo y traducido a más de 200 lenguas.
Además, se encargó de las ilustraciones, lo que denota su paso por la Escuela de Bellas Artes, donde estudió Arquitectura antes de ser piloto. Si bien está catalogado como literatura infantil, es, sin duda, un importante reflejo de la naturaleza humana. Para ello creó el personaje del piloto, en propia referencia. El del zorro, quien lo acompaña, animal que conoció en sus vuelos al norte de África y finalmente la rosa, su objeto más preciado, que representa a Consuelo, su gran amor.
Entre las frases que nos dejó podemos citar:
“No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.”
“Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante.”
“Tendré que soportar dos o tres orugas si quiero conocer a las mariposas.”
“No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.”
“Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.”
“Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.”
“Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer.”
Otras obras destacadas: “Correo del Sur”. “Tierra de Hombres”. “Piloto de Guerra”.
Recibió condecoraciones como piloto; también varios premios y reconocimientos como escritor, al punto que el gobierno francés acuñó un billete conmemorativo de 50 francos, con su foto en el frente y, al reverso, una imagen de El Principito mirando a las estrellas.
PGW
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