Un aspecto que no se tiene muy en cuenta a la hora de diseñar o habitar una casa, es que debe tener un buen diseño térmico. En invierno hace frío: debemos calefaccionar y pensamos en estufas; en verano, calor: debemos refrigerar y consideramos un aire acondicionado.
No suele ocurrir que consideremos que nuestra casa tenga un abrigo que impida que el calor fluya hacia el exterior en épocas frías y que, al mismo tiempo, no permita que las superficies calentadas por el sol ingresen la energía térmica en épocas calurosas. En Estocolmo, con una temperatura media de 7ºC, en una casa promedio se usa 4 veces menos energía que en Bariloche, con una media de 8ºC con el tipo de construcción convencional. No se trata de magia, la diferencia está en la correcta elección de materiales que van a permitir este “abrigo”. En nuestro país este aspecto está regulado por diferentes normas IRAM y leyes, como la 13.059 de la Provincia de Buenos Aires, que busca contribuir a la calidad de vida y al uso racional de la energía. Y sin duda que, en el tiempo, lo invertido en materiales idóneos se recupera por un menor uso de la calefacción/refrigeración y en un mayor confort.
Deberíamos repasar las formas en las que fluye la energía térmica.
La primera es la “conducción”: al calor lo podemos considerar un fluido que se mueve a través de los materiales. Es decir que la pared de una casa, que en su cara interna está en contacto con aire cálido, tiende a tomar calor del interior y conducirlo hacia afuera (en épocas frías). Pero no siempre se hace de la misma manera, cada material tiene su propia conductividad térmica y, entonces, lo mejor sería usar aquéllos que conduzcan menos el calor. Esto también se puede combinar con el recurso de usar espacios cerrados con aire, dentro de ese material: el aire es un gran aislante térmico. Es por eso que un ladrillo tradicional sólido transmite más calor que los cerámicos huecos. Y comparando materiales, los metálicos son muy buenos conductores del calor, por lo que tener ventanas de aluminio o hierro no es lo ideal desde el punto de vista que estamos abordando. Se consideran “puentes térmicos”, lugares donde el movimiento del calor está facilitado. En este mismo tono, las veredas que se continúan con el piso de la casa, se deberían evitar porque en invierno se lleva el calor del piso de nuestra vivienda y en verano, lo ingresan. Lo ideal sería que estén en diferentes niveles y con un aislante entre ambas que puede ser una placa de poliestireno expandido (telgopor). Las paredes, se pueden “abrigar” de diferentes maneras y mejorar muchísimo su desempeño: una pared de ladrillos tradicionales disminuye seis veces su tendencia a perder calor si la revestimos con placa de telgopor de 5 centímetros; y también funciona evitando que entre el calor, cuando se calienten por acción del sol. No es la única opción, tradicionalmente se usó machimbre (tablas de madera encastrada) en el interior y desde hace un tiempo existe el siding, tablas símil madera de fibrocemento, OSB o PVC para la cubierta exterior, mientras que debajo de ellas se puede colocar placas de telgopor o fibra de vidrio. Finalmente, debemos mencionar las ventanas, que suelen ser las segundas en importancia a la hora de perder calor. Lo ideal sería de tipo doble vidrio, que tiene la ventaja adicional de interrumpir los sonidos, y como ya comentamos el tema de los marcos, que no conviene que sean de un material metálico, sino de madera o de PVC, por su baja conducción.
La segunda forma de movimiento de energía es la convección, la tendencia que tienen los gases a elevarse cuando se calientan y a descender cuando se enfrían. Como resultado de ello, dentro de la casa nos encontramos con que el calor se va hacia el techo con el movimiento del aire, que es el lugar por dónde más calor se pierde. Por ello, es muy importante una buena aislación térmica en este sitio.
Por último, tenemos la radiación; la tendencia de la energía calórica a viajar en ondas desde los lugares relativamente más calientes, a los más fríos. Aquí debemos destacar el efecto del sol sobre las superficies de la casa y, particularmente, las terrazas: tienden a recibir una gran cantidad de radiación solar y, por lo tanto, alcanzan altas temperaturas que se transmiten al interior de la vivienda. Una opción es cubrir con una membrana con lámina de aluminio que refleja una parte de estas ondas y las placas de telgopor que mencionamos antes para las paredes.
Y entrando en el uso de materiales menos tradicionales, encontramos casas levantadas con paja o mezcla de paja y adobe, que casi se podría decir que son de tipo artesanal. Y, por supuesto, la llamada “construcción en seco”. Todos con un excelente rendimiento térmico.
Hoy se está haciendo un gran esfuerzo para tomar conciencia en el uso racional de la energía; participemos y aportemos nuestro granito de arena.
MT
Fuentes: “La importancia de la construcción eficiente en la Patagonia”, Alejandro Daniel González, Conicet digital. Ley 13059 de la Provincia de Buenos Aires,
“Evolución del sistema constructivo tradicional” Cerámica Fanelli.
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